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MI BIOGRAFIA:
PASTORA
ERIKA ROXANA LEMUS T. DE
RIVERA
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Nací un 14 de Marzo de 1970, en la Ciudad de Guatemala.
Mi padre Filadelfo Lemus Rodriguez y mi madre Dolores Tahuitte de Lemus, quienes me dieron la vida y me crearon en el famoso barrio "La Reformita" de la Zona 12.
Tuve una infancia normal junto a 4 hermanos más; siendo yo la mayor; posteriormente nació mi hermana Nancy Georgina, cuando yo tenía tan solo 11 meses y 19 días. 6 años después de mi parto, nace mi hermano Jaime Omar, 8 años después, mi hermana Cecilia Alejandra y 12 años pasarón para que viniera mi hermano menor Filadelfo Jr. de quien cuidé como si fuese su mamá, al extremo de que el me llama "mamá Eka"
Tuvimos una buena educación, fruto del esfuerzo de mis padres, quines se esmerarón por brindarnos siempre lo mejor.
Fuí creada al amparo del catolicismo romano, siendo bautizada, haciendo mi primera comunión y confirmación.
Mi madre, desde que nací y cada año me vistió con traje típico de indigena (según la costumbre), el día de la Virgen de Guadalupe, es decir cada 12 de Diciembre.
Una vez por año, era también costumbre acudir a la ciudad de Esquipulas a venerar al señor de Esquipulas y así "cumplir" con todas las "costumbres, doctrinas y dogmas" de la religión popular.
Fué tanta la práctica de estos "ritos" que me condujo a tomar una desición de relevancia en mi vida personal.
A la muy temprana edad de los 16, le prometí a Dios darle mi vida entera (según yo) queriéndole servir, dejé mis estudios y empecé a vuscar un convento para tomar los hábitos y empezar mis estudios para llegar a ser monja al servicio de la iglesia de roma.
Visité varios, hasta que me sentí cómoda, con las "hermanitas de la iglesia de santa elisa" Era fiel a las misas que se impartían, para después acompañarlas, pasando con ellas toda la tarde de esos días.
Mi mamá, experimentaba una doble sensación de alegría y tristeza, a causa de nuestra muy afín unión; por lógica mi madre, presentía que me perdería ya que no sabría a que lugares me enviarían a servir.
En 1987, cuando presisamente ya todo estaba listo para ingresar al convento, conocí a un varón, quien me habría visto en más de alguna oportunidad, pero que no habiamos tenido la ocación de conversar.
Dios en su Santa Soberania, permitió que un día de muchos, fuera a visitar a una amiga que tenía un pequeño negocio en la colonia en donde residia; fué entonces que saliendo yo de aquel negocio, el joven aquel, vino a mi encuentro; preguntó por mi nombre, me solicitó acompañarme a la puerta de mi casa, la cual quedaba justo en la calle de atras de donde el vivía.
Despés de una plática muy corta, me preguntó si podiamos ser amigos, a lo cual consentí.
Pasados los días me fuí enterando de sus intereses, los cuales eran ser más que una simple amistad; le hice ver que por favor dejara de ilusionarse con migo, que no se le ocurriera llegar a enamorase de mi, que mis planes definitivos eran no tener novio a causa de mi desición de ser novicia y posteriormente monja, por el resto de mi vida terrenal. A toda esta conversación, mi amigo se sorprendió sobremanera, pero la más sorprendida inmediatamente fuí yo, cuando él me contó que era Cristiano Evangélico, haciéndome saber muy sabiamente que Dios, bajo ninguna circunsatancia deseaba que le sirviera de "esa manera"
Jamás el joven aquel se dió por vencido en su interés por mi; empezó a escribirme poemas, a ser sincero y amable, a enamorarme a cortejearme y desde luego a hablarme del Plan Perfecto que el Dios Vivo tenía para mi vida. Tal y como está escrito que la Palabra de Dios, nunca regresa vacía, a lo cual mi vida empezó a dar un giro de 90 grados, ya que sin darme cuenta (pero en los Planes Perfectos de Dios, si), empecé a enamorame locamente de este amigo, comprendiendo que fue precisamente Dios quien le puso en mi camino para llegar a conocer al Único y Verdadero Dios Vivo.
Ese mismo año, a la escasa edad de 17, un 12 de Septiembre me casé con quien en la actualidad es mi esposo, José Arnoldo Rivera Morales.
Por motivos lógicos, no pudimos casarnos por la Iglesia, ya que mi papá no toleraba a los evangelicos, además de que yo era menor de edad y mi padre terrenal hubo de haber desidido por mí, diciéndome estas palabras: "te puedes casar, pero no lo harás por su Iglesia, ni por la nuestra, de lo contrario deberás de esperar a cumplir la mayoría de edad"
Estabamos tan enamorados que por lo mismo, no cambiamos la fecha de nuestra unión, a pesar de que delante de los Santos Ojos de Dios, yo no estaba embarazada y la prisa se debía al gran amor que reinaba en nuestros corazones.
Nuestro matrimonio debió entonces realizarse unicamente por la vía civil, situación que impidió uno de mis mayores sueños como el de toda jovencita de mi edad, el cual era el llegar a casarme con un precioso vestido blanco.
El primer día de Junio de 1988, Dios me permitió dar a luz, a mi primer hija, Ericka Julissa Rivera Lemus.
Mi suegro Arnoldo Rivera Ramirez, Pastor Evangélico por más de 30 años, tomó la estafeta y continuó predicándome del Santo y Verdadero Evangelio de Jesús. Muy sabiamente me hizó saber que si yo en mi corazón había de soltera, desidido ser monja, era porque en el fondo de mi ser anhelaba servirle a Dios, pero no sabía o tenía el real conocimiento de la vía legal y correcta de hacerlo y teniendo él este básico razonamiento, jamás se opuso a nuestra relación con su hijo, porque muy definitivamente por fe sabría de antemano que pronto llegaría a ser yo un instrumento en las Preciosas Manos de Mi Señor y Salvador, el Dulce Jesús.
Por instruciones de mi suegro y definitivamente desición firme de mi esposo, debería acatar los lineamientos bíblicos y debería obedecer en no pensar en bautizar a mi primera hija, sino que presentarla ante Dios.
Ese acto maravilloso de la presentación de nuestra pequeña bebé, fue el preciso momento en que habrí de par en par las puertas de mi corazón a Dios por medio de Jesús y guiada por el Santo Espíritu de Dios, aceptando y reconociendo que por medio de Jesucristo puedo llegar al Dios Altísimo.
Desde aquel inolvidable momento empiezo a caminar con Dios y a conocerle realmente como nunca antes lo habría conocido; sinceramento fué lo mejor de todo lo mejor que ha pasado en toda mi vida.
En 1990 nuevamente Dios me dió el Santo privilegio de dar a luz a mi segunda hijita, María José. El segundo día de Enero del año 1992, nace maravillosamente también mi tercer criatura, Jeniffer Carolina, a quien José Arnoldo, mi esposo, vió nacer.
En el verano de 1993, nos mudamos a nuestra primer casa propia al norte de la Ciudad, fué allí en donde conocimos a un hombre mayor de edad, quien nos invitó cordialmente a asistir a su Iglesia; muy a pesar de ya tener 5 años de haber conocido al Señor Jesús, nunca había tenido el privilegio de congregarme formalmente a una Iglesia.
Infinitamente he estado agradecida con mi hermano en Cristo, Manuelito, por aquella invitación, y haber experimentado por primera vez: "Lo bueno que es habitar los hermanos juntos en armonía"
Mis Pastores en ese entonces, Alfonso Lazaro, ya en la presencia de Dios y su esposa, Letty de Lazaro, me instruyeron en como servirle a Dios. Jamás olvidaré sus instrucciones y ejemplos, que fuerón verdaderos instrumentos para crecer en mi vida espiritual delante del Señor.
Un bendito 14 de Enero de 1994, nace el varón que tanto esperabamos junto a mi esposo, se llama José Gabriel y viene a ser la compañía especial para él.
A pesar de la corta edad de mis hijitos, me veo involucrada cada día más en el servicio de la Obra Redentora de nuestro Señor, como lider espiritual en los grupos de hogar, fraternidad o sociedad de damas y en el diaconado.
Un fátidico accidente corta la vida terrenal de mi pastor Alfonso, acontecimiento que marca gran parte de mi vida por el incomprensible acontecimiento ocurrido a aquel varón de Dios, quien me instruyó con absoluta sabiduria para el servicio a Dios.
Otro de los días inolvidables en mi vida fue el 24 de Junio de 1996, cuando nace nuestra quinta hijita!!! Jaqueline Eunice Argentina.
La situación se tornaba un tanto difícil porque darle atención completa a 5 hijos es tarea mayor y esto era un gran reto para mi personalmente, porque debía estar atenta a ellos en todo lo que una madre debe de hacer, además de esposa y sirviendo en la Obra de Dios.
El 23 de Agosto de ese mismo año sufro muy seguramente el dolor más grande que hubiese tenido, fallece mi amada madre y con apenas 3 meses de haber dado a luz y 6 meses de haber ocurrido la pérdida de mi padre espiritual; a pesar de todo eso, mi confianza estubo siempre puesta en Dios, quien por medio de su Santo Espíritu me dió un bálsamo de paz.
En su infinita misericordia, Dios permitió que días antes de que mi mamá muriera, pudiera hablarle mucho más de esa extraordinaria oportunidad de reconocer a Jesús como su Señor y Salvador, que junto a otras buenas personas, quienes ya le había dirigido hacía el Camino de la Salvación para vida eterna en Cristo Jesús, pude confirmar de su absoluta aceptación a Aquel que nos redimió delante del Creador. Gloria a Dios por eso!!!
Continuará.........
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